Según la Real Academia de la lengua Española, el racismo se define como la “Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico que suele motivar la discriminación o persecución de otro u otros con los que convive” (RAE, 2022). En ese sentido, ¿qué puede ser el racismo si no un brutal muro construido de falacias y violencias que nos separa de nosotros los otros y de nosotros mismos?
El racismo es una problemática que a día con día lastima y cobra víctimas al mismo que tiempo que sigue construyendo barreras y marcando límites artificiales entre seres iguales. El objetivo de esta fotografía es lo contrario, romper esas pesadas barreras que impiden emprender el vuelo de los libres. El color no piensa, no odia, no hace, nos hacemos nosotros.
Muchas de las desigualdades sociales que padece el mundo entero y en particular México, son consecuencia del racismo, éste acrecienta la brecha entre iguales y se convierte en una sombra lúgubre que nos persigue. En esta fotografía la sombra proyectada es la antítesis del racismo.
El racismo ha encontrado mecanismos para disimularse y caminar entre nosotros aparentemente de forma casi invisible. No lo vemos necesariamente pero sí lo padecemos. Tiene el carácter de una sombra: fugaz, huidiza, pero duradera. Esta fotografía reproduce también una proyección fugitiva, pero fugitiva en tanto que, lo que se observa es un ave que vuela alto.
Nuestra ave tiene varias particularidades, por un lado es una sombra, es eso que proyectamos casi a escondidas, eso en lo que la gente presta poca atención, eso que está detrás de nosotros recordándonos lo que somos en silencio. Por otro lado, sus alas se componen por dos manos contrapuestas, una mujer morena mexicana y un hombre francés de tez blanca dan vida a este volátil ser. Son dos manos, dos vidas distintas pero humanas al final, la simetría que logran representa la igualdad.
En la silueta que dibujan detrás no importa la nacionalidad ni el color de la piel, solo importa su anhelo de paz, de compañía, de libertad…