A través de una lente oscura ella camina queriendo encontrar una ruta, un rumbo, una posibilidad. Una mujer pobre, morena, lleva su vida y sus esperanzas en una mochila y un bolso. Su hogar parece ser la calle, el hogar de muchas mujeres racializadas en México.
En una de las calles del centro de Puebla, se encontraba la mujer de la fotografía, sus movimientos eran erráticos y su expresión en el rostro no mostraba miedo, era algo como angustia, como decidiendo qué destino tomar. A pesar de mirar a varios puntos no parecía estar perdida, no preguntaba o pedía ayuda a nadie, sólo como decidiendo por dónde seguir. Inadvertida por los transeúntes y conductores, los autos le pasaban de cerca y ella seguía absorta en sus pensamientos. ¿Qué pensaría?
Me pregunto si acaso tenía opciones para escoger en un país en donde el racismo estructural promueve la desigualdad social y obstaculiza que mujeres pobres, morenas, indígenas y de edad avanzada como ella puedan acceder a derechos básicos como vivienda, salud, alimentación y formas dignas de subsistencia.
En el bolso que llevaba en el brazo cargaba botellas de pet y latas de refresco vacías, muy probable para venderlas y tener un ingreso que le alcanzará para vivir al día. Mucha gente de edad avanzada en situación de calle recolecta envases para venderlos en los centros de reciclado ante la falta de programas sociales y políticas públicas que garanticen una vida digna en la vejez.
Según el INEGI, el estado de Puebla concentra un gran porcentaje de población indígena y ocupa el primer lugar nacional como la entidad con mayor discriminación racial. Tres de cada 10 personas que viven en Puebla fueron víctimas de algún acto de racismo por ser indígenas o morenos. Asimismo el CONAPRED destacó que Puebla es el estado con más quejas registradas relacionadas con la "apariencia física".
Ahí, en la calle, nadie le mira, es invisible, una mujer indígena sin opciones y expuesta a múltiples violencias por edad, “raza” y género. Nadie le brinda auxilio, nadie se percata. La gente como ella no tiene cabida en una sociedad que prima el privilegio, no importa y eso se llama racismo con todas sus letras.