Durante mi proceso creativo para realizar una fotografía para este concurso me dejé muy claro a mí misma, desde el principio, que la fotografía que creara debía retratar mis vivencias. Traté de pensar qué tipo de situación quería retratar. Concluí que no quería representar lugares o situaciones comunes en las que lx espectadorx identificara automáticamente el racismo, quise que quien viera esta fotografía pudiera conectar con una parte más afectiva.

De primera instancia, mi fotografía puede no ser muy clara e incluso puede llegar a ser confusa con el mensaje que se desea transmitir. Sin embargo, esta fotografía representa para mí, el proceso que he vivido a lo largo de mi vida. Los discursos racistas que me han rodeado durante mi vida me han hecho sentir vergüenza del color de mi piel. La fotografía representa el despojo de mi persona de mi propio cuerpo. A pesar de que sé que el racismo no se reduce a una exclusión y opresión sistémica por el color de la piel de las personas, sino que son un conjunto de factores, quise retratar la manera en la que me han impactado los discursos racistas y pigmentocráticos. Esos discursos pigmentocráticos basados en una lógica racista me llevaron a querer esconderme y deshabitarme.

La fotografía expresa implícitamente la violencia estética que se ejerce hacia los cuerpos no hegemónicos, esta impone a las personas un sentimiento de vergüenza y culpa por el cuerpo que son. Desde mi punto de vista, este tipo de violencia aún no ha sido discutida suficientemente, pues ha sido silenciada e incluso invisibilizada, no es un tema que muchas veces esté sobre la mesa. Mi decisión de retratar mi propio proceso tiene como intención aquello que generalmente dentro de las discusiones políticas se olvida; los afectos, las vivencias y las dolencias que deja el sistema de opresión.